Breve historia de la Vía de la Plata.
Un trazado empedrado une los valles del Guadalquivir (Andalucía), con los Montes de León y denominado con los años como Vía de la Plata, se atribuye al mítico reino de los Tartesos, situados al parecer al sur de la Península Ibérica. Sea como fuere, éste camino, alcanzó su máxima esplendor tras la invasión Romana de 218 a. C.
Los romanos concibieron la construcción de calzadas como parte de su estrategia de comunicación y domino. En éste sentido, utilizaron el antiguo tramo tartésico como una de las vías para expandirse por la península. Hacia el 139 a.C., el cónsul Caepio levantó a su paso entre el Guadiana y el Tajo, tres asentamientos militares eficazmente comunicados:
A medida que la conquista avanzaba, la vía (bautizada como Iter ab Emerita Asturicam) fue ampliándose hasta llegar a Austirica Augusta (Astorga), en la provincia de León.
Junto a ésta ruta, los romanos también trazaron otros tres ejes viarios:
Su propósito era conectar los centros urbanos de la península entre sí, con Roma y con otros puntos del Imperio, y permitir el desplazamiento de tropas y el tráfico de minerales y mercancías. Precisamente, uno de los objetivos fundamentales de la calzada emeritense fue dar salida a los minerales del noroeste peninsular (oro y plata, entre otros) por el puerto de Hispalis (Sevilla), y dar entrada por éste a los productos requeridos por las legiones del norte.
El origen del nombre de la Vía de la Plata, no se debe al transporte de éste metal precioso, sino a una corrupción fonética a partir de su denominación árabe.
Los musulmanes y los visigodos utilizaron la calzada romana como vía indispensable para el movimiento de sus ejércitos y el tráfico mercantil. Para diferencia de otras vías menores, la denominaron
Al Balat o
Al B´lata, que significa “
Camino Empedrado”.
En tiempos de la Reconquista, los reyes castellano-leoneses, la llamaron calzada de la Quinea, aunque popularmente se la siguió llamando Vía de La Plata. Por ella penetraron los cristianos hacia el sur y transitaron los pastores con sus ganados y los peregrinos camino de Santiago de Compostela.
Durante muchos siglos, la Vía de la Plata se mantuvo como primordial nudo de comunicaciones, de donde procede su actual importancia como ruta cultural. La revalorización y potenciación de éste camino histórico a su paso por Extremadura, es uno de los objetivos del proyecto Alba Plata, ideado por el gobierno extremeño. El recorrido extremeño de la Vía de La Plata, abarca 300 kilómetros, desde Montemayor (Norte), hasta Monesterio (Sur).
Proyecto Alba Plata.
En 1.998, la Junta de Extremadura inició éste proyecto para recuperar la calzada romana de la Vía de la Plata, a su paso por nuestra Comunidad autónoma.
Gracias a éste proyecto, se han restaurado numerosos monumentos:
- El Acueducto Romano de Mérida o
- El Campamento Romano de Cáceres.
- Plasencia: fortaleza Romana.
También se ha creado una red de centros de interpretación para facilitar al visitante un mayor conocimiento del camino.
Para albergar éstos centros, se han rehabilitado diversos edificios tradicionales, entre ellos el antiguo convento hospital de Fuente de Cantos.
¿Por dónde transcurre la Vía de la Plata?
Dejando al norte la antigua ciudad romana de Cáparra y Baños de Montemayor, célebre en sus tiempos remotos por sus aguas termales, se llega a la ciudad medieval de Plasencia. Ésta localidad, situada a orillas del río Jerte, fue erigida por los romanos como fortaleza. En 1.186, el rey castellano Alfonso VIII, la refundó con la divisa: “Ut placeat Deo et hominibus” (“Complacer a Dios y a los Hombres” ), de donde deriva el nombre de Plasencia.
Durante 2 siglos y medio, fue realengo (pueblo que no dependía de ningún señor feudal ni orden religiosa, sino directamente del rey) y condado de 1.442 a 1.448, año que pasó a ser propiedad de los Reyes Católicos.
Por aquella época, la ciudad acogió a lo más distinguido de la nobleza extremeña, que dejó en ella un importante legado histórico-artístico.
De trazado medieval y calles estrechas y sinuosas, es de obligada visita:
Cáceres: cuna de la nobleza extremeña.
Surgida a la sombra del Campamento Romano “Castra Caecilia”, Cáceres alcanzó su esplendor en tiempos de la Dinastía Bereber de los almohades (entre los siglos XII y XIII), de cuyo soberbio alcázar queda un bello Aljibe bajo el Palacio de las Veletas.
Dentro de los muros romanos-árabes, las órdenes caballerescas de Santiago y Alcántara, construyeron iglesias y mansiones-fortalezas, de las que partieron linajes de guerreros para luchas contra los árabes en la guerra de la Reconquista y después para participar en la conquista de América.
Sin embargo, también guerrearon entre ellos, hasta que los Reyes Católicos intervinieron y ordenaron desmochar las torres.
Mérida: la gran capital romana.
Fundada en el 25 a. C. por el Emperador Augusto para premiar a los soldados veteranos (Emeriti) que lucharon contra los Cántabros y Astures. Augusta Emérita (Mérida), fue designada capital de la provincia romana de Lusitania. Ello y su situación estratégica en la Vía de la Plata, la convirtieron en el mayor centro político, administrativo y cultural romano del occidente peninsular.
Los monumentos que se conservan dan fe de ello. De entre las construcciones de carácter lúdico, sobresalen:
En cuanto a las obras de ingeniería, destaca el Acueducto de los Milagros, que transportaba el agua desde el embalse de Proserpina hasta la ciudad.
Zafra: lugar escarpado.
La ciudad romana “Restituta Lulia Imperial”, fue bautizada por los árabes como Safra (ciudad escarpada).
De trazado medieval, a finales del siglo XIV pasó a ser dominio del señorío de la Feria, bajo que se levantó el Alcázar, actual Parador de Turismo, declarado Monumento Histórico-Artístico de Interés Nacional en 1.931.
Partiendo en dirección sur, se llega a las 2 últimas paradas de la ruta extremeña por la Vía de La Plata:
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